La astrología religiosa habla de ciclos planetarios y de Maestros espirituales enviados (¿por quién o quiénes?) a inaugurar la Era cósmica que en ese momento empieza. Estos enviados especiales (Avatares, Mesías, Cristos) aparecerían de tiempo en tiempo para anunciar el nuevo ciclo que viene, y para echar a rodar ideas y valores afines a las nuevas influencias que están llegando del cosmos.
Veamos un ejemplo: en 1948 el Punto Vernal (21 de marzo, inicio de la primavera en el hemisferio Norte) salió de la constelación de Piscis y empezó a recorrer la de Acuarius. El astrólogo, deseoso de averiguar cómo será el nuevo período cósmico, se pregunta: ¿Qué características tiene Acuarius? Y responde: conocimiento científico, saber, genialidad, estudios universitarios, fraternidad, comunicación en gran escala, colectividades, transparencia, alta tecnología, conquista del Aire, hiper velocidad, etc. Fenómenos que estamos viendo hoy, pero que hace 100 o 200 años no se producían, o apenas iniciaban.
En efecto, en 1948 algo cambió en el cielo y en la Tierra, y fue la “aparición” de la constelación Acuarius en el horizonte, al amanecer de cada 21 de marzo en el hemisferio Norte. El Punto Vernal ya no toca más la constelación de Piscis, con sus valores negativos de dolor, de sacrificio, de creencia ciega, de fanatismo religioso y de martirio. (Aún quedan resabios, pero cada vez menos). El 21 de marzo de 1948 la Tierra ingresó bajo el efluvio positivo de la constelación de Acuarius, y el cambio de una Era a otra es evidente.